En julio de 2013 publiqué un post sobre el puente de Guijo de Granadilla, también llamado El Pontón, por la gran luz de su arco.
Me centré en su historia, en su discutido origen romano. Ya he comentado muchas veces que los lugareños siempre consideran romano todo aquel puente antiguo al que no se puede datar su fecha de construcción. En el caso de El Pontón al menos cabe la discusión y hay expertos que sí le otorgan ese origen romano.
En dicho post no analicé su situación actual, sino que destaqué que pudiendo haber acabado dentro de las aguas del embalse, se le rescató y hoy puede verse de una forma un tanto peculiar, pero no investigué su traslado ni cómo llegó a la situación actual.
En febrero de 2016 recibí un mensaje de una estudiante de Arquitectura de Sevilla, Mª del Mar Vicente, en el que me hacía una pregunta sobre "una estructura lineal que transcurre debajo del puente, en la que se alojan elementos o formas que obligan a recorrer dicha estructura". Por supuesto, yo no sabía a qué se refería. Así que me adjuntó un plano en el que estaban los elementos por los que preguntaba y que yo desconocía.
El plano revelaba que no sólo estaban los dos arcos, como luego referiré, de la estructura antigua, sino que había más elementos cuyo origen desconocía.
(Foto: Matilde Vicente) |
Y no hizo falta investigar, sino que los datos vinieron a mí.
Cayó en mis manos el libro homenaje a José Antonio Fernández Ordóñez, ingeniero de caminos, canales y puertos fallecido en el último año del siglo XX, profesor que tuve en la carrera y de gran inquietud por la ingeniería, la historia, el patrimonio, el arte, etc., campos en los que siempre estuvo interesado y cultivó con esmero.
Y en dicho libro había un artículo, de Jerónimo Junquera, arquitecto y amigo de José Antonio, sobre el traslado del Pontón del Guijo de Granadilla, pues el mismo se había realizado a instancias del propio José Antonio Fernández Ordóñez.
Todos los años montaba una excursión con los alumnos de su asignatura "Arte y estética de la ingeniería", de quinto año cuando la cursé, por toda España, recorriendo obras. Recuerdo que en 1990, mi año, previo a los fastos de la Exposición Universal de Sevilla 92, recorrimos Andalucía, la estación del AVE de Sevilla, el puente del Centenario en Sevilla, la ampliación del aeropuerto de Málaga y las instalaciones de PACADAR, entre otras. Fue uno de los viajes que quedan en el recuerdo, en el que además el contacto con José Antonio, al que veíamos como una figura eminente, fue cercano y accesible en todo momento.
Se cuenta en el artículo que en la primavera de 1980 la excursión programada tenía su ruta por Extremadura, con una gran cantidad de obras alternadas con piezas de nuestro patrimonio histórico. Una de ellas era la obra del pantano del Guijo de Granadilla, que en aquella época estaba en construcción.
Y de esa manera tan casual empezó una lucha por la conservación nuestro patrimonio, en la que la talla de José Antonio hizo que fuera posible lo que parecía imposible. Una nueva política de conservación del patrimonio se estaba abriendo en el Ministerio de Cultura de aquella época y asumieron con entusiasmo la batalla planteada.
Empezó la gran lucha por la financiación y el tiempo para su traslado, pues el embalse tenía una fecha programada y no había tiempo que perder.
Hidroeléctrica asumió parte de la financiación, complementadas por el Ministerio de Cultura y la Confederación Hidrográfica del Tajo. Sin embargo, no fue suficiente y el resto de aportaciones se demoraba en el tiempo, introduciendo elementos de dificultad a añadirse a los propios de tan singular traslado.
Mientras se empezaba el estudio del traslado ya se estaba construyendo el nuevo puente, un viaducto de grandes pilas y vigas prefabricadas.
El sitio para construir el nuevo puente era muy extraño, de manera que el trazado de la antigua carretera y parte del puente estaban debajo de un vano del mismo. Explicaron que el puente se proyectó 500 m aguas arriba, pero los estudios geotécnicos no eran favorables y su futuro emplazamiento fue variando poco a poco hasta llegar al Pontón, donde encontraron las condiciones apropiadas para la cimentación. Curiosamente, el lugar elegido por los antiguos ingenieros, posiblemente romanos, como ya he dicho.
Se procedió al levantamiento del puente, piedra a piedra, numerándolas, con un complejo sistema de almacenamiento, durante el castigador mes de julio extremeño.
(Foto: Jerónimo Junquera) |
(Foto: Jerónimo Junquera) |
Mientras se desmontaba, se inició el proyecto para su nueva implantación. Y hubo muchas propuestas, desde situarlo en un altozano cual arco triunfal hasta degradarlo a un puentecillo para pescadores.
Quiero utilizar las mismas palabras que Jerónimo Junquera utiliza para justificar la solución adoptada y que transcribo a continuación:
"Nuestra propuesta hay que entenderla desde una premisa inicial básica: la profunda transformación conceptual a la que se somete una pieza arquitectónica cuando se la despoja del fin para el que surgió, transformación que se agudiza cuando se trata de una pieza con un carácter tan acusadamente funcional como el de un puente.
Cuando, además, a la pieza se la arranca de su asentamiento original reduciéndola a pieza histórica, de museo, entendemos que su justificación no puede basarse solamente en lo acertado del nuevo emplazamiento, sino que a éste debe dotársele de nuevos contenidos que puedan enriquecer el nuevo significado que la pieza adquiere. Contenidos que han de buscarse a través de una organización espacial arquitectónica, en la que la pieza objeto del traslado se integre recobrando su perdida significación neutralizando la degradación que puede representar su reducción a forma escultórica.
Con este fin, se realiza el acotamiento de un espacio arquitectónico simple, mediante la incorporación de la distancia: distancia - secuencia - tiempo.
La distancia se establece mediante la configuración de una estructura lineal finita definida por un eje virtual que comienza y acaba: no es por tanto un hecho intelectual, sino que, por el contrario, constituye la acción más primaria de la arquitectura: medir el espacio.
Un eje que enlaza las dos orillas, formando una secuencia de elementos, un mirador (4), una senda (2) hacia el agua, una pasarela flotante (3) que nos lleva al Pontón enhebrándolo de forma tal que se invierte la relación con el puente, el Pontón (1) como protagonista (situándolo longitudinalmente al cauce), un plano de agua, el arco de medio punto flotando (5) en el agua, la otra orilla y, al fondo, tierra adentro, un hito de referencia (6) que remata el eje virtual que conecta las dos orillas".
El mirador, la senda y el Pontón. |
Las obras se iniciaron mientras el nivel de las aguas subía lenta pero inexorablemente. La obra se finalizó en un plazo muy apretado, teniendo que hacer una ataguía de protección y con la grúa en el agua para transporte de material y hombres.
En la siguiente foto podemos ver los dos elementos fundamentales, los dos arcos, el principal, posiblemente de origen romano y el secundario practicado posteriormente para mejorar el desagüe del puente en grandes avenidas.
(Foto: Jerónimo Junquera) |
En la siguiente foto podemos ver el puente original y sus dos arcos trasladados.
Una vista general y detalle del Pontón y del nuevo espacio arquitectónico en su implantación definitiva, podemos verla a continuación.
(Foto Jerónimo Junquera) |
Cuando el embalse baja mucho de nivel, puede apreciarse el Pontón y la estructura que lo sustenta en su totalidad.
(Foto Jerónimo Junquera) |
Citar por último que los autores del proyecto de traslado fueron Jerónimo Junquera y Estanislao Pérez Pita. Se redactó en 1981 y la obra de traslado se realizó entre 1982 y 1984 por la empresa Calero y Sarmiento, S. A. y se contó con el asesoramiento en temas de estructuras por parte de INTEMAC.
Y ésta es la historia del traslado del Pontón del Guijo de Granadilla, que cuando más cercano estaba de su final bajo las aguas, apareció el defensor que podía y pudo salvarlo, José Antonio Fernández Ordóñez. Uno de los profesores de los que guardo un gran recuerdo.
De hecho, no tengo claro si sus clases no fueron el verdadero origen de este blog. Me gustaría pensar que así fue.
De hecho, no tengo claro si sus clases no fueron el verdadero origen de este blog. Me gustaría pensar que así fue.
Así fue la historia y así hay que contarla.
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